Una versión de este material fue presentada en la conferencia de prensa De la “buena” ecología Zamorana a la ecología crítica, llevada a cabo el junio 5 de 202.
El planteamiento general de la conferencia no ha cambiado: mientras que las “buenas conciencias ecológicas” invitan a lavar frascos de plástico para usarlos como “guarda pastillas” o cultivar rabanitos en la azotea, las autoridades desayunan con los fraccionadores para negociar la conversión de una parcela o un lomerío cercano para negociar con la tierra.
No estoy en desacuerdo con cultivar acelgas, plantar arbolitos que nadie va a regar después, bañar mascotas abandonadas, lo que llamo su atención es: mientras los “buenos ecologistas” (de la mano de expendedores de plaguicidas y de autoridades “tala bosques”) plantan nuevos arbolitos, cuadras más acá o más allá (Las Fuentes; Jardín de Niños “García Robles) otros ejemplares están siendo derribados.
¿Más tierras para urbanizar?
Casi siempre, al urbanizar, se derriban árboles y arbustos, se retiran rocas, desvían o cubren cuerpos de agua y nivela el terreno basados en el proyecto de la construcción. Una vez destruido el suelo agrícola o potencialmente productor de alimentos y/o insumos agroindustriales, se bautiza al futuro asentamiento como “Lagos del Bosque”, “Coto Bosque Central,” “El Vergel”, “Arboledas” y a sus calles se nombran de un modo que evoca frescura y tranquilidad: Naranjo, Almendro, Roble.
En otras latitudes, aparte de destruir ríos, aniquilar o confinar a los pueblos originarios, los grandes estadios y sus equipos de beis o futbol lucen las denominaciones de pueblos convertidos en cenizas: Cherokees, Pieles Rojas, etc. El suelo que la Naturaleza tarda años en formar, es destruido por los caterpillar en días para edificar Soriana, Sentura, Home Depot, WallMart.
Tal cuestión, la conversión de tierras en cemento, central en las políticas públicas, se recrea en este “choro” con las preguntas: ¿Hace falta abrir más tierras para satisfacer necesidades del crecimiento poblacional y para la expansión-diversificación de las actividades productivas en Zamora? ¿De qué manera impacta, a los distintos componentes de la sociedad, que crezca o disminuya el área urbanizable? ¿Aumentar la densidad o fomentar la dispersión del poblamiento para abatir costos financieros y ambientales?
Con base en la estadística censal, los informes y planes del propio gobierno municipal zamorano y la observación en campo, este nudo argumental, en 2024, lo enuncio en los términos siguientes: Zamora experimenta la existencia de lotes sin casas, casas sin gente y gente sin casa; familias hacinadas por carecer de vivienda y políticos que bajo condiciones similares, en un tiempo proponían expandir el polígono urbanizable y en otro (ahora) reducirlo.
La coyuntura actual (2023-2024) se resume así: en 2008 y en 2023, el gobierno municipal y sus cercanos aliados (Cámaras de la construcción, fraccionadores) coincidían en una baja en el ritmo demográfico, excedente de casas y/o lotes sin uso y familias carentes de vivienda, pero proponían acrecentar el urbanizable. Ahora, en 2023-2024, quince años, las mismas personas que encabezaban la dirección de planeación con similares variables urbanas y demográficas aconsejan compactar. ¿Se equivocaron en 2008 o ahora? O ¿Cambiaron los patrocinadores de la planeación?
¿Cómo se han tratado estos temas?
Juan Manuel Castellanos remarca que “la oferta de vivienda es exagerada, hasta el punto de percibirla como actividad cotidiana caracterizada por “construir casas de a montón” a partir del auge del negocio inmobiliario y las constructoras, ocurrido después de 1980 (2017: 73).
Castellanos plantea que como resultado del caos urbano inducido se profundizan mecanismos de exclusión materializada en dos franjas: una) al norte-sur, hábitat de la clase media y alta; los fraccionamientos residenciales abiertos y cerrados, como Lagos del Bosque, Paraíso Azul, Santa Catalina, La Floresta y La Florida, al norte; y Jardinadas, La Luneta, Río Nuevo, Patria, Los Laureles, entre otros al sur; dos) la franja oriente-poniente se conoce por su población menos favorecida en servicios y equipamiento. Estas son las colonias ubicadas en la franja oriente-poniente y, los tentáculos de crecimiento que éstas conllevan, son áreas deficientes en servicios y equipamiento, donde la pobreza, inseguridad y miseria abunda (Castellanos, 2017: 74).
Otro autor, Ramos Medina coincide en que la superficie urbanizada crece más proporcionalmente que la población y que la mayor afectación la han sufrido las tierras de riego y humedad de alta productividad agrícola. En ese sentido, anota “el modelo agroexportador sustituye productos y fomenta la incorporación de parcelas para la producción de fresa o para el crecimiento urbano; este último con una tendencia a la fragmentación por la relación económica existente entre el campo y la ciudad” (2018: 66).
La indagación de Ramos Medina compara imágenes de satélite y deduce variaciones notorias (medidas en hectáreas) en la cobertura superficial de Zamora y Jacona ocurridas entre 1966 y 2015, como los siguientes: el bosque pasó de 837 a 683 ha; los cultivos de temporal, de 1 664 a 882 ha; cultivos de riego y humedad, de 16 579 a 14 651 ha; las ciudades de Zamora y Jacona, de 1 578 a 2 371 ha; otros asentamientos, de 848 a 1 371 ha; y el área de lotes baldíos, de 486 a 1 342 ha (ibid. p. 78).
La conversión de parcelas en fraccionamientos o centros comerciales no es resultado sólo de la acción depredadora de los funcionarios públicos y especuladores del suelo, es efecto también de condiciones económico sociales sin solución como la baja rentabilidad agrícola; el envejecimiento de los agricultores (ejidales y privados); la falta de reemplazo generacional; ausencia de sólidas políticas de apoyo a la producción agropecuaria; la eliminación de “candados” en la legislación agraria (reforma artículo 27 constitucional); mayores facultades a los municipios que facilitan la enajenación de tierra destinada a la urbanización; y la tasa bancaria diferencial que desestimula el ahorro (baja tasa) y encarece el crédito (tasa alta en préstamos).
En 2014 y 2015, los grupos ecologistas presionados por elaborar una opinión respecto a la instalación de Liverpool (MAZ, minuta, 15-10-2014; El Sol de Zamora, 27-11-2015), describían las posiciones asumidas por los principales representantes de organizaciones sociales con relación al Programa Parcial de Desarrollo Urbano, La Rinconada, Zamora, Michoacán 2014, plan que era el soporte legal para establecer el centro comercial Sentura en 31.81 ha agrícolas y encubrir el propósito de transformar ese espacio y otras 105.54 ha en fraccionamientos residenciales (Seefoó y González, 2015).-
Casi los mismos gobernantes en 2008 y 2023
En el actual proceso para revisar y actualizar el Programa de Desarrollo Urbano de Zamora 2008-2028 (PMDUZ 2008-2028) surgen de nuevo las interrogantes planteadas por los críticos en 2008. En ese año la iniciativa del alcalde José Alfonso Martínez Vázquez y del director de desarrollo urbano y planeación, Francisco Avalos Bolaños, destinaba 1 250.77 ha de suelo para crecimiento urbano habitacional proyectadas a corto, mediano y largo plazo estimando una densidad media de 84.18 hab/ha. De haber sido viable, en esa superficie se habrían construido viviendas para 105 289.8 personas; 56.57% de la población total que entonces sumaba 186 102 habitantes.
En 2023 en el Plan 2023-2050 se propone “reducir el suelo urbanizable: 203.8 hectáreas como reservas de consolidación a corto plazo […] 114.8 hectáreas para crecimiento a mediano plazo, al poniente del libramiento […] 701.7 hectáreas para la consolidación a largo plazo, ubicadas entre la franja anterior y la mancha urbana (tierras de alta productividad agrícola), que suman 1 020.3 hectáreas” (PMDUZ 2023: 79). Y un pequeño pero contundente párrafo asienta: “Finalmente, es prioritario que se reduzca el resto de las zonas de crecimiento urbano del Programa vigente que favorecen una expansión desordenada y dispersa” (ibid. p. 79).
¿Cómo quedamos?
Los estudiosos de la urbanización observan tensión entre estos procesos de densificación – dispersión con sus efectos no deseados en el incremento de precio del suelo y desplazamiento de población precarizada (Briceño 2005; Castellanos, 2017; Montejano, 2017)
Los consejos de ingenieros civiles, grupos ecologistas, académicos así como partidarios del gobierno municipal coinciden en que el crecimiento poblacional no justifica ofertar más suelo urbanizable en Zamora, Michoacán. Tanto en 2008 como en 2023 los políticos sabían que no era necesario cubrir más tierras de cemento, pero mientras que en 2008 aumentaron la superficie, estimulando la oferta de lotes, en 2023, sugieren reducirla.
El crecimiento de la ciudad no es anárquico sino producto de cierta regularidad rectora que se sostiene en la extracción de ganancias de fraccionadores, profesionales de la construcción y promotores vinculados a la autoridad. Hay indicios de que en el cabildo suelen participar -como regidores- personas enlazadas con el capital inmobiliario, independientemente del partido que oficialmente gobierne el municipio. El Partido Acción Nacional, vinculado al capital inmobiliario-comercial, ha gobernado en 9 administraciones (27 años), por lo que ha tenido una responsabilidad directa en el trazo de los programas de desarrollo urbano. Además, funcionarios clave en planeación urbana, no cambian, se rotan en puestos decisivos.
Zamora, Michoacán, junio 8 de 2024
seefoo@colmich.edu.mx
Edición: Leticia E. Becerra Valdez
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