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Zamora, Michoacán, julio 6 de 2024



J. Luis Seefoó Luján

 

Casi siempre, los encharcamientos provocan molestias y las inundaciones causan daños all patrimonio y a la salud, son atribuidos a “las lluvias atípicas”, a la naturaleza imprevisible. Tal atribución causal es de enorme utilidad para explicar las causas y para transferir la responsabilidad, en especial cuando los fenómenos hidrometereológicos ocasionan severos perjuicios que se cree podían haberse evitado.

Unos años sí y otros también, algunas calles, cruceros de éstas y las colonias del noroeste de Zamora, con alta probabilidad se cubrirán de agua pluvial y/o de drenaje por horas y por días. Si va el individuo pedaleando su bicicleta y ha de cruzar el charco de Niños Héroes - Colón o los grandes lags de Jesús Carranza - Eleuterio González y Jesús Carranza-Ferrocarril, ¿Debe asombrarse por la aventura de navegar en esos cuerpos de agua? No, un extra terrestre abriría los “ojos de plato”, pero no este ciclista quien sabe que a la menor llovizna zamorana algunos sitios se convertirán en lagos de los cuales ya conoce el “canal de navegación”. En otros puntos, una alcantarilla sin protección propiciará una tragedia.

En este choro coincidimos con las autoridades municipales y sus colaboradores en que las inundaciones zamoranas son de agua pluvial y drenaje, pero diferimos en las causas: no es la lluvia sino los negocios de la urbanización, sobre todo en el noroeste, que expanden colonias y fraccionamientos sin advertir el bajo nivel ubicado entre La Pradera, Francisco J. Mújica, Valencia II, Valencia I y Real Valencia y el diferencial entre el nivel máximo del dren “A” y la planta de tratamiento de aguas residuales.

Inundaciones ordinarias
En buena parte, por la pendiente topográfica menor de 2°, sobre todo de espacios como La Pradera, Valencia, La Lázaro, La Libertad, López Mateos, es de esperarse que en alguna de esas colonias ocurran encharcamientos de gran impacto o inundaciones. Si a esto agregamos que el máximo cauce en el dren “A” está “un poco más arriba” que el nivel de la planta de tratamiento de aguas residuales (PTAR), entonces es más entendible por qué en las inundaciones de 2004 hallábamos peces en las alcantarillas de las colonias La Libertad y la López Mateos.

Un ingrediente más: los tres grandes colectores que recogen las aguas negras del drenaje zamorano y parte de la lluvia, descargan en esa planta (PTAR) colindante con la Libertad, la ampliación de la colonia y la López. Si sube el nivel del dren “A” y sus aguas mojan la “panza” del puente de Tubos y se satura la planta de tratamiento por el volumen de descarga, es muy posible que los drenajes funcionen al revés: en lugar de verter en la corrientes, el agua sucia fluye hacia las casas y brota como fuente en calles, patios y (en 2004) también, en los sanitarios o coladeras de los baños.

Entonces, puede no estar cayendo una gota sobre el cielo Zamorano, pero el caudal creciente del Duero (dren “A”) por las contribuciones del Celio y/o Tlazazalca aumentan su aforo y complican el flujo en su paso por esta parte casi plana de Los Tubos rumbo a Ario. Tal condición empeora por la represa que forma la presión del veloz y pequeño Celio al conectarse al Duero.

Ahora, si nos asomamos al área de la calzada Zamora- Jacona podremos imaginar que las obras recientes van a solucionar las inundaciones del Ensueño, pero no es seguro. De los arreglos previos no tenemos esperanza porque el ducto colocado bajo el puente de la calzada se ubica abajo del nivel máximo de su caudal.


Plomeros especializados en la hidráulica regional tienen tres décadas fastidiando con propuestas no muy descabelladas: 1) presas de gavión en las barrancas de la “Reventazón” y “Corazones” para reducir velocidad y volumen a las escorrentías; 2) corregir el error (desnivel) del punto de descarga de los colectores de Jacona; 3) desazolvar y/o dragar para facilitar el flujo hacia San Simón, Barraje de Ibarra.
Reitero el tema de las represas “aguas arriba”. Parece razonable lo que han insistido plomeros y albañiles: construir varias presas de gavión aminoraría la velocidad de la corriente, podría almacenar agua, evitaría o sería menor el arrastre de piedras, ramas, hacia El Ensueño.
Las inundaciones de septiembre 1-8 de 2004 (La Libertad); 29 y 30 de julio y 2 de agosto de 2007 en Valencia; 11 y 12 de julio de 2007 en Valencia; febrero 2010 (La Libertad, Valencia, Pradera, Ario); 16 de julio de 2010 (La Libertad, Valle Dorado, La Pradera, Ex Hacienda El Refugio); septiembre 7 de 2013 (Libertad, Valencia, Lázaro, El Vergel, La Ramírez, etc.) son pequeños desastres anunciados de antemano y que, efectivamente suceden cuando llueve, pero cuestionamos que la precipitación sea la causa.


Entonces, ¿no tirar la basura a la calle soluciona encharcamientos e inundaciones?
Ese no es el punto central. Ciudadanos y autoridades debemos evitar que los residuos (plásticos, material de construcción -arena- llantas) obstruyan coladeras, alcantarillas y cunetas porque se propician encharcamientos, pero en muchos sitios aún estando limpio, libre de residuos, el agua no fluye porque no hay drenaje o el desnivel obstruye la descarga. Es necesario mantener limpias calles y cunetas, aunque eso no evite la saturación en Azucena y Rinconada 16, punto muy bajo que recibe aguas negras y de lluvia desde Santa Fe, Cosmos y Progreso Nacional.
Sí se requiere modificar el comportamiento individual, pero dirigir la mirada sólo esta dimensión o resaltarla y “apagar la luz” de otras, más decisivas, ayuda a desviar la atención sin resolver.

La cuestión es cómo y hacia dónde se ha promovido el crecimiento urbano. El público y con mayor información, las autoridades conocen el comportamiento del cauce del Duero (dren “A”), no es una novedad. De igual manera, identifican la baja pendiente topográfica y no ignoran de las capacidades de los colectores principales y secundarios, como en Avenida Santiago.
El desazolve del dren “A”, del Desague General, del Partidas, etc. y la demolición del material rocoso rumbo a San Simón, en que los gobiernos y los módulos de riego han invertido, son medidas apropiadas para el cauce más fluido de las aguas.


¿Qué hacer?

Cualquier plomero, albañil o ingeniero de Obras Públicas, de los sistemas de agua potable y alcantarillado, sabe bien qué se debe hacer.


En un “mundo al revés” -como el nuestro- para propiciar encharcamientos e inundaciones es recomendable: 1) Acrecentar la superficie de concreto, asfalto y material compactante para que el agua no se filtre, no fluya y sature los drenajes (p.e. el asfalto de av. 5 de Mayo; planchas de centros comerciales y santuario Guadalupano); 2) Reducir los espacios aún no cubiertos de cemento, como jardines, áreas verdes, canchas de fut bol (Progreso Nacional avanza mucho: los vecinos se apropian de pequeñas áreas verdes y construyen una sala o cochera); 3) Construir más fraccionamientos y conectar los nuevos asentamientos a los mismos ductos colectores; 4) Conviene autorizar más fraccionamientos hacia el noroeste de Zamora no importa que estén situados al mismo nivel o más abajo que el dren “A”; 5) No volver a autorizar el entarquinamiento de parcelas agrícolas; 6) Facilitar incendios de los cerros próximos (Beata, Beatilla; Encinal); y, 7) Tratar al máximo posible derribar los árboles que aún tiene la ciudad.

Para asegurar que, por lo menos haya encharcamientos, es útil tirar basura a la calle, en especial plásticos y dejar cúmulos de arena, tierra y grava que taponen las alcantarillas.
El discurso de las lluvias atípicas, sin negar su aporte sustancial a la inundación, obscurece la causa principal de estos eventos desastrosos: la urbanización contra natura.

 

seefoo@colmich.edu.mx

 

 

 

 

Edición: Leticia E. Becerra Valdez

 

 

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