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Lo que mejor caracterizaba al Padre Miranda era su actitud incansable; siempre andaba caminando con prisa, ideando, planeando cosas por hacer, no para esta semana, sino el año entrante o los años venideros. Murió el pasado 26 de noviembre; los funerales y la emotiva misa oficiada por el obispo fue en Yurécuaro, Michoacán.
No me consta, pero es seguro que el Padre Miranda no quería tomar el viaje sin regreso porque estaba “amarrado” a muchos pendientes; un apilo de ideas que discutir con Esteban Barragán. Ahora ambos las platican allá en el Cielo.
El padre quería organizar un museo de la agricultura y contaba con algunos aperos de labranza, para empezar a montar esa historia del agro regional. No me consta, pero conociendo al padre, le habrá dicho al ángel o arcángel: “Espere, hay mucho hacer”.
El 12 de octubre lo saludé en la misa de aniversario luctuoso de Esteban, allá en Santa Inés. Sí se veía más delgado, “menos poderoso” que de costumbre, algo “madreado”, pero anduvo en pleno sol bendiciendo la capilla en el cementerio. No expresaba molestias, pese al largo tiempo de la misa y su extensión en el panteón.
Tampoco tenía planes para retirarse de la docencia, él necesitaba seguir dirigiendo tesis de estudiantes de maestría y doctorado en El Colegio de Michoacán. El se sentía energizado atendiendo alumnos, escribiendo, explicando. Es seguro que al Padre no le apuraba seguir en El Colmich por el salario, por la ayuda para lentes, no; herencias, tratos inmobiliarios, ingresos como sacerdote, la beca del Sistema Nacional, le resolvían plenamente resueltas sus necesidades económicas, materiales.
Creo -y esto es una suposición- que el retiro de las aulas colegiales no le quedó nada bien a su salud. Y, ¿Quién a las ocho y media décadas estaría feliz, en esas condiciones.
El Padre Miranda es fundador de El Colegio de Michoacán; a la par de las ideas y buenas relaciones de Luis González y González, fue el contacto indispensable en este espacio y gestor del terreno donde se construyó el colegio, ahí en Martínez de Navarrete y Avenida del Arbol en Zamora, Michoacán.
El Padre Francisco Miranda Godínez se formó como licenciado en teología y doctor en Historia por la Universidad Gregoriana de Roma; se le reconoce como fundador de el Centro de Estudios Históricos y el Centro de Estudios de las Tradiciones. Miembro del Sistema Nacional de Investigadores (SNI), nivel II. Vale recordar que “no hay SNI bajo cada piedra que levante” y su categoría -nivel II- cubría parte de los requisitos para que el programa de doctorado en tradiciones fuese evaluado como internacional.
El mensaje homenaje de la Secretaria de Cultura de Michoacán nos recuerda que Francisco Miranda Godínez nació el 4 de octubre de 1937; fue hijo de Ana María Godínez y Juan Miranda Aguayo, cursó la primaria en la Escuela Constitución de 1917 y sus estudios a nivel secundaria, preparatoria, humanidades, filosofía y teología, los llevó a cabo en el Seminario Diocesano de Zamora para posteriormente trasladarse a la Universidad Gregoriana de Roma, donde obtuvo las licenciaturas en Teología e Historia (SECUM, nov 27 de 2024).
De sus investigaciones se resalta El Gran Michoacán, origen y primera expansión que consiste en la organización de los materiales de la Relación de Michoacán según el esquema del compilador fray Jerónimo de Alcalá y el uso de una paleografía propia.
En bibliotecas y librerías se pueden encontrar las conocidas obras Yurécuaro, Zamora, Michoacán, 2009 y La Virgen de los Remedios, origen y desarrollo de su culto: 1521-1684, Zamora, Michoacán, 2009, ambas editadas bajo el logo de Morevallado Editores.
Miranda era docente del CET, único programa académico en el país que se dedica (¿habremos de escribir “dedicaba”?) al estudio de las tradiciones, desde un enfoque multi e interdisciplinario. Este centro busca (ba) estudiar las tradiciones expresadas en textos, especialmente aquellas de la cultura mexicana, haciendo explícitas las acepciones de dos conceptos claves: tradición y texto.
En su fundación en 1982, con el objetivo de formar investigadores y profesores en el conocimiento de las fuentes de la cultura europea grecolatina y medieval y la tradición indígena americana, estuvo el aliento del Padre Miranda.
Años más tarde el CET dio paso al doctorado en ciencias humanas, especialidad en estudio de las tradiciones, posgrado que está hoy en “terapia intensiva”.
Sus amigos lo habían visitado en casa y en el hospital, otros donaron sangre y no esperaban su partida. El día 27 de noviembre, Lupita, Leopoldo, Don Eme y su servidor y otros colmichianos estuvimos en Yurécuaro para despedirlo.
Ahora sus colegas y “cuadernos” queremos ofrecer un sencillo homenaje al Padre Francisco Miranda Godínez el día 10 de diciembre; quizá sea posible, la muerte suele ser inoportuna y no da tiempo para las despedidas …
Zamora, Michoacán, diciembre 6 de 2024
jlseefoo@gmail.com
Edición: Leticia E. Becerra Valdez
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