Everyldo Gonzalez

Por: Everildo Gonzalez Alvarez

El nuevo virrey, Francisco Javier Venegas, llegó a Veracruz el 28 de agosto de 1810, haciendo su entrada oficial el 13 de septiembre de 1810 para tomar posesión de su cargo. Una de sus primeras decisiones fue ratificar el decreto por el cual se suspendía el pago de tributos por parte de los pueblos indígenas de México y los mulatos.


Asimismo, prohibió toda publicación susceptible de propagar ideas revolucionarias e instauró tribunales de policía de carácter especial así como una Junta Militar en la capital de todas las provincias de Nueva España.


Dos días después de la entrada de Venegas en el cargo, el Padre Miguel Hidalgo y Costilla lanzó públicamente lo que se conoce como el Grito de Dolores, llamando a sus fieles a la rebelión.


Estando en la ciudad de Veracruz, el nuevo Virrey tuvo noticias del levantamiento armado y se le notificó que el líder era un cura que ya era criticado fuertemente por la población y que su levantamiento no representaba mayor peligro pues solo una chusma acompañaba al insurgente. Para el 23 de Septiembre, el Virrey lanzó su primera proclama a todos los habitantes exortándolos a la concordia y a la obediencia de la autoridad y en la que decía: “ Deseoso de curar vuestros males y de vender todo obstáculo que se oponga a vuestra felicidad , desde mi entrada en esta capital me he ocupado constantemente en conocer vuestra situación, y mi corazón ha sido penetrado de mayor sentimiento al conocer la realidad , división y el espíritu de partido que reina entre vosotros. Este mal, si por desgracia continuase, sería el principio de nuestra ruina , sería el fomento de una injusta ociosidad entre personas que deben amarse, haría del reino un teatro de crimines y desolaciones y acabarían siendo todos víctimas de nuestra inconsideración y presa segura del tirano……No dudo un momento de que todos volverán al orden al presentarse las tropas que destino a contener el curso de aquellos excesos; pero ¡ cuánto es mi sentimiento al considerar que vuestra división es el fomento de estos males y que ella me pone en la triste necesidad de que las primeras providencias de mi mando se dirijan a hacer derramar la sangre de nuestros conciudadanos ¡. “
Era claro que en esta proclama se manifestaba el temor del nuevo virrey por la actitud de rebeldía que se notaba en el país .

 

El 27 de Septiembre de 1810, el Virrey emitía un nuevo bando en el que ofrecía diez mil pesos a quien entregasen vivos o diesen muerte a los tres principales jefes de la insurrección, es decir a Hidalgo a Allende y a Aldama y además Venegas decía que quien la acción anterior hiciera se le consideraría benefactor de la Corona. Pero Venegas no contaba con que ninguno de los dos bandos tuviera eco en los ciudadanos y quienes por el contrario tomaban partido y se unían a la causa de independencia. Pero no todo quedaba en que se diera muerte o entregaran a los jefes insurgentes sino que además se pidió a la Universidad, a colegios y a hombres de letras que publicaran escritos manifestando descontento y desacuerdo contra Hidalgo y estimados lectores solo para que vean hasta donde llegaban los que estaban en contra de la independencia de La Nueva España a uno de los que escribió se le ocurrió decir que si se lograba la anhelada independencia, separándonos de España, no tendríamos buques con qué comunicarnos con el Papa.
Al cura Hidalgo le empezaron a arreciar críticas y hasta La real y pontificia Universidad de México, queriendo demostrar también su servilismo a los españoles, se apresuró a dar a conocer al Virrey que Hidalgo no había pertenecido a ella, lo anterior queriendo además demostrar que el cura era un iletrado.. Eran los tiempos en que de todo se le acusó, bueno, hasta de decir que había dicho que uno de los Papas estaba ardiendo en el infierno. A todo lo malo que de Hidalgo se decía, hay que agregar que el 24 de Septiembre de 1810, el Obispo de Valladolid Don Manuel Abad y Queipo publicó la EXCOMUNIÓN de Miguel Hidalgo, un escrito al que se le consideró notable por su ignorancia, fanatismo y vileza. Y esta excomunión la extendió a todos los que acompañaban a Hidalgo y fijaba ocho días para que todos depusieran las armas.


Mientras lo anterior ocurría, no se descuidaba la parte principal de la defensa de los pueblos que habían caído en manos insurgentes y el Virrey ordenó al general realista Félix María Calleja del Rey que se encontraba en San Luis Potosí reclutando gente, armas y dinero a fin de combatir la insurrección, que se trasladara de inmediato a Querétaro y, las mismas órdenes fueron comunicadas al comandante de Guadalajara mientras se formaban otros dos ejércitos en la ciudad de México. Pero también se daba instrucción al general don Manuel Flon Conde de la Cadena que era el intendente de Puebla para que se trasladara a Querétaro. En tanto lo anterior ocurría, el Cura Hidalgo se dirigía a Valladolid donde al conocerse la noticia, ya lo esperaban con entusiasmo sus habitantes, pero no así el Cabildo eclesiástico que era el que dominaba en lo económico y político y que teniendo en su poder grandes sumas de dinero, tomaron inmediatamente medidas preparatorias para la defensa de la ciudad.


Continuará

 

 

 

 

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