Por: Everildo Gonzalez Alvarez
Vamos a seguir conociendo de la vida de este ilustre zamorano. El resto de los obispos que se encontraban exiliados en Estados Unidos, publicaron una protesta en contra de los artículos 3º, 5º, 27º, 30º y 130º de la nueva constitución. El arzobispo Orozco y Jiménez integró los términos de la protesta en una carta pastoral que fue leída en las misas dominicales de Guadalajara. La reacción del gobernador fue inmediata y se ordenaron cateos y la aprehensión de todos los sacerdotes que habían leído la carta. Algunos templos fueron clausurados y se acusó al arzobispo de incitar a la población.
Orozco negó las acusaciones, pero a pesar de ello, el 15 de junio de 1918, el gobierno de Jalisco emitió una orden para su arresto. Tras su detención en Lagos de Moreno, fue desterrado a Estados Unidos. Orozco residió en Chicago. El 3 de julio de 1918, el gobernador sustituto Manuel Bouquet prohibió a sacerdotes extranjeros ejercer su ministerio, redujo la cantidad de sacerdotes a una tercera parte, al establecer un registro oficial de los sacerdotes mexicanos, permitiendo un solo sacerdote por templo para cada cinco mil feligreses.
Las manifestaciones de la sociedad católica jalisciense iniciaron el 22 de julio de 1918, siendo Anacleto González el líder de las protestas. Se exigió la libertad religiosa. Diéguez que había asumido nuevamente el cargo de gobernador, sofocó las manifestaciones con la policía. Por su parte, el clero suspendió los cultos y los feligreses boicotearon la prensa, los transportes y el comercio. El 3 de febrero de 1919, se suprimió el decreto de Manuel Bouquet
El 14 de octubre de 1919, bajo el mandato presidencial de Álvaro Obregón, el arzobispo regresó a Jalisco. Durante este período Orozco y Jiménez estableció una junta diocesana de Acción Católico-Social y reanudó la Asociación de Damas Católicas; de esta forma influyó nuevamente en la sociedad jalisciense. El 1 de marzo de 1923, José Guadalupe Zuno asumió la gobernación de Jalisco, las relaciones con la Iglesia nuevamente fueron tensas. La sociedad católica llamó a las armas a través del semanario El Cruzado. Zuno responsabilizó de cualquier movimiento religioso armado al arzobispo.
En febrero de 1924, Zuno fue reinstalado como gobernador de Jalisco. Orozco tuvo que ocultarse hasta marzo, cuando Obregón eximió de toda culpa al arzobispo. De cualquier forma, el arzobispo viajó a Roma, durante su ausencia Zuno cerró los seminarios en Jalisco. En diciembre, Plutarco Elías Calles asumió la presidencia de México y apoyó la creación de la Iglesia Cismática Mexicana. En marzo de 1925, Orozco y Jiménez viajó nuevamente a Guadalajara.
En febrero de 1926, el arzobispo de México José Mora y del Río se vio envuelto en un escándalo político, pues se le acusó de instigar a la población en contra del gobierno. En octubre de 1926, Orozco y Jiménez fue llamado a declarar ante la Secretaría de Gobernación, pero en lugar de presentarse a comparecer, prefirió ocultarse. Esta actitud, lo marcó como principal cabecilla de la insurrección cristera.
La Guerra Cristera se extendió durante tres años, y Orozco y Jiménez permaneció oculto dentro de su arquidiócesis en Guadalajara y San Pedro Tlaquepaque. Cuando Emilio Portes Gil asumió la presidencia de la república, se iniciaron las negociaciones con el nuevo arzobispo de México Pascual Díaz Barreto. El delegado apostólico Ruiz y Flores llamó a Orozco para comparecer ante el nuevo presidente. Portes Gil recibió a francisco Orozco, después de escuchar sus quejas, tomó la decisión de ordenar nuevamente su destierro, y le pidió no volver a esconderse.
Francisco Orozco y Jiménez residió durante diez meses en Estados Unidos. Con ayuda de monseñor José Garibi Rivera, regresó de manera oculta, en marzo de 1930, a Guadalajara. En 1932, durante las investigaciones del asesinato de Álvaro Obregón, se le ordenó abandonar el país. Sufrió un último destierro en 1934. De regreso en Guadalajara, murió el 18 de febrero de 1936
De verdad que Zamora cuenta con hombre ilustres, y propongo que alguna colonia pase a nombrarse: ILUSTRES ZAMORANOS y que sus calles lleven por nombre el de quienes han honrado a Zamora ya sea por su labor en bien de otros, por los cargos eclesiásticos , políticos y sociales y claro por quien ha obtenido un PREMIO NÓBEL.
RECUERDE QUE LEER ES SABER, ES CONOCER, ES APRENDER
LEER NOS DA CONOCIMIENTOS
CONTINUARÁ
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